GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

La Mesa del rincón por Mila Oya




Almanaque





      Algo que parece tan sencillo como acercarse a un calendario para saber en que día vivimos, no lo es tanto en su fondo. Para llegar a este punto, a la facilidad de consultar un almanaque colgado de la pared o descansando sobre la mesa del escritorio, se han tenido que salvar a lo largo de toda la historia, decenas de errores y cientos de complicaciones. Por ello ¿quién puede asegurar si realmente estamos a punto de despedir el año 1997 o el 2000 o el 2008?
       Para intentar desentrañar el misterio del calendario, deberemos remontarnos en el tiempo hasta las épocas más remotas de la humanidad, para conocer el problema de la cronología desde su origen.

      Toda la cronología necesita tomar como base un punto inicial fijo. En tiempos antiguos se tenía por costumbre adoptar como punto inicial algún acontecimiento espectacular, cuya trascendencia perdurable se daba por descontada. También fueron utilizados como puntos iniciales, los sucesivos reinados dentro de las dinastías, particularmente en la antigua China, en los países de los valles del Tigris y del Eufrates y en Egipto. Sin embargo este método de establecer el origen de las cronologías, pecaba generalmente de inexacto y originaba con frecuencia una confusión de sistemas opuestos, muchos de los cuales caían en desuso a medida que el discurrir del tiempo oscurecía el recuerdo de los acontecimientos originales, o cuando una dinastía reemplazaba a la anterior. Para evitar estos problemas con las fechas e unificar el cómputo del tiempo, las civilizaciones antiguas idearon sus propios calendarios en un esfuerzo por ordenar su tiempo.

       Calendario romano primitivo. En la antiguedad los romanos utilizaban un calendario lunisolar parecido al empleado por los griegos. El año romano estaba compuesto de 12 meses lunares, algunos de cuyos nombres se emplean todavía, martius, aprilis, maius, iunios, quintillis, sextilies, september, october, november, december, ianuarius y februarius. No obstante los antiguos romanos no tenían un sistema exacto para la inserción de meses intercalares. Los pontífices o sacerdotes proclamaba el primer día de cada mes, (las calendas, voz de la que deriva calendario) e intercalaban un mes cuando el calendario lo exigía por haberse retrasado. En muchas ocasiones, se hacía esta corrección sin ningún cuidado y a veces ocurría que los funcionarios romanos acomodaban el calendario al capricho de los gobernantes que añadían y restaban no solo días, sino también meses para alargar o abreviar los periodos de las magistraturas. Como consecuencia de estas irregularidades el calendario llegó a desajustarse hasta tal punto que el comienzo del invierno señalaba el de la primavera.

      Calendario juliano. Para paliar estos problemas Julio Cesar estableció un calendario que entró en vigor el 1 de enero del año 45 antes de J.C., un año antes de morir asesinado. Este fue el calendario juliano que lleva el nombre de su novador, para cuya redacción contó Cesar con la colaboración técnica de Sosígenes, astrónomo de Alejandría. Para ajustar el calendario a las estaciones se amplió a 15 meses el año 46 a.d J.C., con una duración de 445 días. Esta adición fue necesaria para corregir el retraso de tres meses que se había acumulado con relación al año trópico. El año 46 a de J.C., fue llamado el año de la confusión a causa de su longitud, sin embargo contribuyó de manera definitiva a acabar con el confusionismo hasta entonces existente. El calendario juliano se basaba en el año egipcio de 365 1/4 días. Cada cuatro años se intercalaba un día ( este es el origen de los años bisiestos) y el año se dividió en 12 meses de desigual duración, puesto que 365 no es divisible por 12. En honor a Cesar se dio el nombre de Julio al mes Quintilis. Después del asesinato, una falsa interpretación del sistema hizo que el día a intercalar de febrero se añadiera cada tres años en lugar de cada 4. El sucesor de Cesar, Augusto, corrigió el error acumulado, omitiendo el día intercalar durante tres años bisiestos consecutivos y restableciéndolo en el año 8 de nuestra era, que marca el inicio del sistema actual de años bisiestos. El senado romano cambió el nombre del mes sextilis por el de augustus.

      Pero para contar los años y los siglos hay que disponer no solo de un calendario eficaz, si no de un sistema cronológico que tome como origen un hecho determinado. El sistema cronológico más empleado y conocido toma como base el año del nacimiento de Cristo, las fechas anteriores llevan la indicación de antes de Jesucristo, las posteriores después de Jesucristo o ad., anno domini . El tiempo transcurrido a partir del año 1 después de Cristo, (el sistema carece de año 0) constituye la era cristiana. En este sistema, por tanto, es fundamental conocer con exactitud la fecha del nacimiento de Cristo para que la corrección del cómputo sea total.

      Entre nosotros es comúnmente aceptado el 25 de Diciembre como el día del nacimiento de Jesús. Según los evangelios de San Mateo y San Lucas, el hecho se produjo en la aldea de Belem, cerca de Jerusalén, y fue anunciado por la aparición de una estrella y por la llegada de los Reyes Magos de Oriente. Sobre la cronología del nacimiento del Mesías no hay acuerdo entre las diversas fuentes históricas. La fecha tradicional, que coincide con el principio de la nueva era, quedó fijada en el siglo VI después de largos cálculos, por el monje Dionisio el Exiguo, que la hizo remontar al año 754 de la fundación de Roma. Sin embrago, ésta fecha no concuerda con la fecha de San Mateo, que sitúa el nacimiento de Jesús durante el reinado de Herodes el Grande, muerto en el 750, fecha de Roma, es decir 4 años antes del cómputo fijado por Dionisio. Son también inciertas las noticias relativas al censo realizado por el legado Quirino (Lc, II, 2), que sería el motivo de la llegada de María y José a Belen; Los historiadores mencionan únicamente un censo realizado entre el siglo 6-7 d.C., mientras que investigadores católicos sostiene que San Lucas alude a otro censo que se elaboró entre el 8-6 a.C., durante el viaje a Oriente del mismo Quirino.

      Respecto al día concreto del nacimiento de Jesús, tampoco había acuerdo en la primitiva Iglesia. Los primeros padres parecen incluso ignorar tal festividad: Clemente de Alejandría daba la fecha del 18 de Noviembre; el De Pasha computus, atribuido a Cipriano de Cartago, el 28 de Marzo; el canon pascual y el comentario a Daniel de Hipólito, el 2 de Abril, etc. Según la tradición y para la Iglesia Romana, fue el Papa Julio I (337-352) quien estableció la Navidad como celebración litúrgica fija, siendo desde entonces su conmemoración el 25 de diciembre; pero testimonios precisos tanto de San Ambrosio como del cronógrafo del 354, dicen que fue el pontificado de su sucesor Liberio (352-366). La fiesta se difundió muy pronto en Africa, después en Constantinopla y Antioquía (finales del s. IV) y en la Galia, Alejandría y Jerusalén (s. V); en el Oriente el Nacimiento de Jesús se celebraba hasta entonces el 6 de Enero, día en que pasó a conmemorarse la adoración de los Reyes Magos en el Occidente y el Bautismo de Jesús en Oriente (Epifanía).

       La elección del 25 de Diciembre y el título de la fiesta tienen su origen directo en el calendario romano, que desde el s. III señalaba en este día la celebración del "Día Natal del Sol Invicto" (Dies Natalis Solis Invicti), continuación de la antigua fiesta de Solsticio. Esta unía en el plano mitológico a las divinidades con el ciclo anual del Sol, que con solsticio invernal, gracias al posterior alargamiento progresivo del día, parecía volver sobre la Tierra como por un renacimiento. Esta simbología solar que llevaba consigo la celebración del 25 de Diciembre, fue ciertamente adoptada por el cristianismo para calificar "luminosamente " la figura de Cristo.

       Todo lo dicho hasta este instante nos hace abrigar serias dudas sobre el año en el que nos encontramos y al que nos dirigimos. Pero el criterio arbitrario de Dionisio el Exiguo es el que ha prevalecido hasta hoy y es el que sirve de base para el sistema cronológico que rige nuestro calendario, cuya última reforma se la debemos al Papa Gregorio XIII.</p>

      El calendario gregoriano. Al durar el año juliano aproximadamente 11 meses y 14 semanas más que el año trópico, acumulaba un error de un día cada 128 años. En 1477 el equinoccio de primavera se había adelantado al 12 de marzo. A la iglesia le preocupó este error que afectaba a la celebración de la Pascua de Resurrección y a otras fiestas móviles que dependen de ella. EL Papa Gregorio XIII nombró una comisión para revisar el calendario juliano de forma que la Pascua continuara coincidiendo en el principio de la primavera. Luigi Lilio Ghiraldi (o Aloysius Lilius) médico de Verona, ideó el nuevo sistema. Cristóbal Clavius (1537-1612) astrónomo y matemático jesuita, fue quien hizo los cómputos que le sirvieron de base. En marzo de 1582, el papa Gregorio XIII abolió el calendario juliano, estableció el 1 de Enero como principio del nuevo año y le restó 10 días, de forma que el viernes 15 de octubre siguiera al jueves 4 de octubre. Este ajuste devolvió, en el año 1583, el equinoccio vernal al 21 de marzo, fecha en la que el equinoccio se produjo en el año 325 del Señor, en que se había reunido el concilio de Niñea, tomando el acuerdo de celebrar la pascua el primer domingo siguiente a la luna llena ocurrida el 21 de marzo o después de este día. En el calendario gregoriano el sistema Bisextil difiere del seguido por el calendario juliano, en el sentido de que los años que terminan un siglo, no son bisiestos a menos que el número de centenas sea divisible exactamente por 400, así por ejemplo, los años 2000 y 2400 serán años bisiestos pero los años 2100 y 2200 no lo serán . En 400 años se producen por tanto, 97 años bisiestos en lugar de 100. El calendario gregoriano que acumula un error de solo un día en más de 3000 años, fue adoptado inmediatamente por todos los países católicos y la mayoría de los protestantes aunque algunos de estos se retrasaron en su adopción bastantes años. Inglaterra por ejemplo no remplazó el calendario juliano por el gregoriano hasta 1752 y la confusión de fechas imperante en esa época en la Gran Bretaña y sus colonias por la utilización simultánea de ambos calendarios, constituye todavía una dificultad para los historiadores. Todos los paises occidentales y virtualmente el mundo entero civilizado utiliza hoy este calendario. Turquía lo adopto en 1917, Grecia y la iglesia griega ortodoxa en 1923, Rusia después de haberlo adoptado inicialmente en 1918 y de haber probado durante el periodo 1923 -40 diversos otros calendarios, terminó adaptándolo en 1940

      Reforma del calendario. El calendario gregoriano, el más perfecto de los que actualmente se utilizan, posee empero ciertas anomalías que han provocado diversos intentos de reforma Su principal dificultad estriba en que cualquier fecha determinada, por ejemplo el 3 de junio cae en 1955 en viernes, en el 56 en domingo y en el 57 en lunes, debido a que el año tiene uno o dos días más que 52 semanas. En las dos reformas del calendario estudiadas por la liga de naciones se evitan tales cambios con la declaración de extrasemanales del ultimo día del año y el que debe añadirse en los años bisiestos, días que se considerarían festivos internacionalmente. En la otra opción, el calendario de 13 meses, el mes decimotercero se inserta entre junio y julio y cada mes que consta de 28 días, empieza en domingo. El día de Fin de año y el día de año bisiesto se colocan inmediatamente después de diciembre y junio respectivamente pero no tienen nombres de días de la semana de este modo un determinado día del mes siempre cae en un mismo día de la semana, año tras año. Las autoridades religiosas católicas, están a favor de esta reforma y muchas iglesias protestantes, pero tanto algunos grupos ortodoxos como los judíos y los adventistas del séptimo día, se niegan a ella porque interferiría en sus calendarios religiosos.

       Pero tras todo lo dicho y tras lo complicado que hemos visto que es el computo de los días de nuestra vida, un sola cosa nos debe quedar muy clara: pronto tendremos que retirar todos los almanaques que nos hablen del año 1997 y sustituirlos por otros que se inicien con esta leyenda:

“FELIZ 1998”





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