GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

Nueve en el autobús  por Mila Oya







      El castor es el mayor de los roedores del hemisferio norte, con un peso a veces superior a los 49 kg. Su cuerpo es fuerte y está cubierto por un espeso pelaje impermeable que le sirve de abrigo. Las patas posteriores del castor son grandes y tienen membranas hasta la punta de los cinco dedos. El segundo dedo presenta una uña doble semejante al pico de un ave, y que actúa como un fino peine.

      

Los cuartos traseros son muy potentes, en contraste con los delanteros, que escasamente llegan a tocar el suelo durante el desplazamiento. Cuando el castor se encuentra bajo el agua puede cerrar todos sus orificios, incluida la cloaca, que alberga el ano y los órganos urogenitales. La cola, contrapeso indispensable en tierra, actúa como timón horizontal cuando el animal se mueve por el agua con una pesada carga entre sus patas delanteras. Los labios se cierran detrás de los incisivos, protegiendo las membranas mucosas del agua y de las astillas de madera, mientras el animal trabaja en inmersión. Las patas anteriores, que son verdaderas manos, activas y hábiles, acarrean, empujan, atraen, raspan y peinan. El sistema respiratorio del castor le permite permanecer bajo el agua hasta 15 minutos. Finalmente, su cerebro es liso, por lo que se le califica de lisencefálico; pero dicho cerebro incluye una corteza cuyo espesor (aspecto en que el castor aventaja a todos los roedores) compensa lo que le falta de circunvoluciones. Es decir. que aunque la superficie de su cerebro es lisa, el castor no carece de inteligencia y, en este sentido, se le ha situado por encima de todos los roedores.


      

Antes de que el hombre se convirtiese en un peligroso rival, los castores vivían en todo el hemisferio norte, cada clase en su respectivo continente. Los científicos establecen una distinción entre dos clases de castores: el europeo, Castor fiber, y el americano. C. canadensis, pero hace falta ser muy experto para diferenciarlos. Además, ambos tipos pueden ser cruzados y tienen híbridos fértiles, que es lo que, desgraciadamente, ha ocurrido en toda Finlandia.
       Son conocidos como tipos geográficos, para hacer hincapié en que las pequeñísimas diferencias que pueden hallarse entre ellos son debidas a su separación geográfica (relativamente reciente). A causa de la caza a que son sometidos y de las trampas que se les preparan, los castores han desaparecido de muchas regiones, aunque el área total de su distribución ha cambiado muy poco. Afortunadamente, durante las últimas décadas se han tomado medidas enérgicas para su conservación y repoblación, gracias a las cuales los castores han vueto a aparecer en Estados Unidos, Noruega, Suecia y la Unión Soviética.

Todavía quedan algunos centenares (o millares) en Francia, este de Alemania y Polonia, y acaban de ser introducidos de nuevo en Suiza con algunas probabilidades de éxito.


      

En los parques zoológicos viven 30 años o más. Aunque son sexualmente maduros desde los dos años de edad, en esa época no han terminado todavía su desarrollo. Se aparean de por vida o para largo tiempo, y la pareja defiende su territorio común de los extraños, aunque sean de su propia clase. La época de cubrición es en febrero, cuando el hielo del invierno se funde. Se aparean bajo el agua, more humano, o al borde de la misma.


       Alrededor de 100 días más tarde nacen las crías, peludas y llenas de recursos, con sus ojos abiertos. Las camadas tienen por término medio tres crías que la madre mantiene en la madriguera durante dos o tres semanas, junto con las del último año, mientras que el padre y las crías de dos años de edad dejan el refugio; aquel para permanecer cerca, y éstas para comenzar su gran aventura. No es cierto que los progenitores expulsen a los jóvenes que ya han alcanzado la madurez sexual. El padre regresa al hogar conyugal cuando los pequeños comienzan a moverse por el exterior próximo a la madriguera. Las crías son amamantadas solamente durante este período de encierro, aunque unos pocos días después del nacimiento la madre ya les lleva hojas tiernas. Si por casualidad una de las crías se escapa de la madriguera a través del hueco de la pared o por la entrada, la madre la lleva de nuevo a ella, semierguida, sujetándola entre la barbilla y los brazos. Las crías permanecen bajo la tutela de los padres, molestándoles más con su inquietud que ayudándoles con su presencia. Se comunican mucho dentro del nido, y sus gritos son al principio muy semejantes a los de los cachorros y, luego a los de los niños. A medida que crecen las crías se van haciendo menos habladoras y se comunican principalmente mediante el olor o ciertas actitudes encaminadas a la identificación de los individuos, al establecimiento o al mantenimiento de la jerarquía (la hembra ocupa la posición más elevada) o al aviso de un peligro (golpeando con la cola la superficie del agua); y todo ello, en general, de tal forma que la información proporcionada converja con el objetivo de una acción contructiva. La secreción de castóreo adecuadamente colocada es utilizada por los castores para marcar el territorio individual en la orilla del río, con lo que mantienen alejados a los extraños.
       El castor aventaja a todos los demás mamíferos en eficacia y habilidad técnica para organizar su dominio. Prefiere acomodarse en ríos o riachuelos poco profundos, a orillas de tierras bajas y con mucha vegetación que, por medio de diques, él convierte en una serie de niveles de agua.

      

Los beneficios que de ello obtiene son obvios: protección de los enemigos que provengan de las orillas y un medio fácil y rápido de moverse. Además, manteniendo el agua a un nivel constante, camufla bajo ella la entrada de la madriguera y se asegura el acceso a los almacenes de invierno aunque la superficie de aquella se halla helado. En los meses veraniegos vive de plantas de todo tipo, pero durante el tiempo frío tiene que subsistir con las cortezas de los sauces y álamos que ha recogido frente a la entrada. El alimento ingerido durante la noche pasa por un primer proceso digestivo (principalmente debido a las bacterias del ciego); es recogido a la mañana siguiente en la cloaca y solamente es asimilado cuando pasa por el tubo digestivo una segunda vez (cecotropía).
      La madriguera del castor puede consistir solamente en una cavidad excavada en la orilla del río, que comienza justo por debajo de la superficie del agua y tiene una galería inclinada. Pero si la orilla es demasiado baja, construye una alojamiento, una choza de madera consolidada con barro y con un diámetro de hasta 6-7 metros. Las madrigueras mayores pueden tener varias habitaciones, cada una con su galería independiente. En el interior hay una cama de fragamentos de madera seca. Cada familia tiene varios hogares, los cuales habita sucesivamente al parecer de acuerdo con su capricho.


       La obra más sorprendente de los castores son los diques, que pueden alcanzar enormes anchuras, y más de 1000 m de longitud. A pesar de su tamaño, no son el resultado del trabajo de colonias muy grandes, sino todo lo más, de dos o tres familias que viven juntas amistosamente ya que son de la misma sangre. Una familia pocas veces sobrepasa los diez miembros.
       La red de comunicaciones es casi enteramente acuática, excepto unos cuantos caminos que conducen a los árboles caídos.
       Si es necesario llegar más lejos, los castores pueden excavar largos canales, en los que se sienten más seguros que en la orilla.
       El trabajo se realiza de acuerdo con patrones de comportamiento innatos que pueden ser observados fácilmente en animales jóvenes a los que, desde el nacimiento, se les haya mantenido separados de los de su clase. Sin embargo, además del “ conocimiento” instintivo, el castor tiene facultades intelectivas que le permiten resolver los más difíciles problemas con los que le enfrentan los investigadores (experimentos de “rodeo”).

FAMILIA: castóridos. ORDEN: roedores. CLASE. mamíferos.

P.B.R. Instituto de formación profesional Lastraves.




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