GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

Marte 3003 por Mila Oya





COMER EN EL ESPACIO


PROYECTO ESTACIÓN ESPACIAL
PROYECTO ESTACIÓN ESPACIAL
PROYECTO ESTACIÓN ESPACIAL
PROYECTO ESTACIÓN ESPACIAL
PROYECTO ESTACIÓN ESPACIAL

       Continuando fieles al seguimiento que hemos prometido de seguramente una de las aventuras más importantes de este nuevo siglo XXI, no apartamos la mirada del espacio y atentamente seguimos con los ojos fijos en La Estación Espacial Internacional, que permanece suspendida sobre nuestras cabezas.



       Es la conquista del espacio que la humanidad acaba de iniciar y aunque todavía está dando los primeros pasos, nos asegura que en un futuro, quizás no tan lejano como pensamos, emprenderemos el viaje definitivo más allá de las fronteras de nuestro planeta Tierra.
       Para iniciar esta apasionante travesía, todos los detalles son importantes. Es igual de fundamental el perfecto ensamblaje de los distintos módulos que irán conformando la Estación Espacial Internacional, como la correcta alimentación de los astronautas que asegurará una continua presencia de humanos en el espacio.
       Quizás alguno de los que permanecemos en Tierra, deslumbrados por la magnificencia de los artilugios que permiten la vida en el espacio, no se percaten de la trascendencia de la alimentación en el espacio. Desde luego los astronautas lo tienen muy claro. Ellos consideran que de todos los adelantos que la humanidad ha logrado para adaptarse al hostil medio ambiente del espacio exterior, la comida no es precisamente el que más brilla. Esto no significa que no haya había importantes avances en ese campo. Lejos quedan ya las comidas que se sirven a día de hoy en la Estación espacial, de aquellas extrañas papillas, del queso en pasta de dientes, de las barritas de proteínas con sabor a chocolate o los paquetes de alimentos indescifrables comprimidos en tubos de diversos colores, que los astronautas de las misiones Gemini, Mercury y Apollo, estaban obligados a ingerir.


      Vikki Kloeris, es especialista en ciencias de la alimentación, y es la encargada de supervisar, desde el Centro Espacial Johnson, en Houston, lo que sube a bordo del transbordador antes de cada misión en materia de comida. Ella es la responsable de la correcta alimentación de la tripulación espacial. Su misión no es baladí. Alcanzar una dieta correcta y satisfactoria para los paladares es fundamental para el buen funcionamiento de la misión. La salud de los astronautas y su buen estado de ánimo pueden ser la clave del éxito o del fracaso.

       El gran problema de la Estación espacial es la falta de frigorífico. Esto impide que los astronautas puedan disponer de frutas y carnes frescas. La escasez de energía motiva la inclusión de un aparato con tantas necesidades energéticas como un frigorífico. El departamento de Vikki Kloeris ha tenido que ponerse en marcha en busca de alternativas de almacenamiento que permitan la conservación de los alimentos en buen estado durante el mayor periodo de tiempo posible. Las alternativas posibles son fundamentalmente tres:
       a) Alimentos deshidratados, mediante un proceso de congelamiento al vacío llamado 'lofilización'
       b) Alimentos termoestabilizados, es decir, como si fueran enlatados, pero en vez de estar dentro de una lata, se introducen dentro de unas bolsas flexibles.
       c) Alimentos irradiados. un proceso que evita la proliferación de bacterias.



       Todas las bebidas que entran en la estación espacial son en polvo pues en el espacio las bebidas con gas producirían sensaciones muy incómodas. Y como artículo de lujo el departamento de Kloeris proporciona a la tripulación incluso snaks para picar entre horas. Evidentemente los avances en el campo alimenticio son muy grandes. Los astronautas a la hora de las comidas mantienen las costumbres de nuestra civilización y cuentan con platos fuertes, postres, cócteles de frutas y todo ello introducido en unas bandejas no muy diferentes de las de un autoservicio terrestre, con sus respectivos, tenedores, cuchillos y cucharas.
       Cuando llega la hora de comer, el astronauta toma la bolsa de carne o pollo deshidratado al vacío, y le inyecta una cierta cantidad de agua caliente de un dispensador que hay en la cocina del transbordador. Acto seguido debe darle un "masaje" a la bolsa para que el agua se incorpore bien a los tejidos de la carne, y esperar unos 10 minutos para que se rehidraten. Después debe recalentar la bolsa dentro del horno (sí hay hornos a bordo de los transbordadores). Si la carne viene en forma termoestabilizada, no hay que hacer nada salvo calentarla, puesto que ya viene con un poco de humedad.


       Según la opinión de Michael López-Alegría, el astronauta de origen madrileño, muy aficionado a la cocina: La comida es una cosa que podríamos mejorar. La comida a bordo del transbordador es apenas tolerable, y eso es para una misión de dos semanas. Después de una misión de cuatro meses, me imagino regresar con mucha necesidad de una buena cena"

       A petición suya una típica paella valenciana voló al espacio. Aunque por motivos de olor se evitó el pescado y a pesar de que el sabor no era exacto al de una paella terrestre, después de deshidratarla, la experiencia fue un éxito.
       La alimentación en el espacio no solo es problemática en virtud de los productos y el modo de conservarlos. El hecho de que la falta de gravedad sea una constante origina molestias estomacales en la tripulación. Además de la dificultad que produce que un bocado excesivamente grande, tenga tendencia a abandonar el tenedor y a trasladarse por cuenta propia a través del transbordador


      Los sabores picantes han sido los preferidos por los astronautas. Muchos se han percatado de que experimentan una pérdida del gusto. Es muy posible que esto se deba al cambio de posición de los fluidos corporales, que en la falta de gravedad tienden a migrar hacia la parte superior del cuerpo. Entonces, por un par de días el astronauta siente algo parecido a un catarro, con congestión en la cabeza y la nariz tapada. Y cuando tenemos un catarro las cosas nos saben distinto o no nos saben a nada", nos dice Kloeris.

       Todavía queda mucho por hacer en este campo. La necesidad y la satisfacción que producen los alimentos frescos, hacen pensar en que el futuro pasa por un refrigeración espacial. Pedro Duque, el astronauta español, recuerda la alegría que se produce a la llegada de un cargamento de manzanas frescas. A causa del ambiente de la estación, estas no durarán más que unos días, así que sentarse para charlas y disfrutar de las manzanas es una de las diversiones preferidas de nuestros hombres en el espacio.






PORTADA

GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA