GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

Nueve en el autobús por Mila Oya




MUERTE DEL CONQUISTADOR


       La ambición de Alejandro fue insaciable; no contento con sus portentosas conquistas, intentó llegar hasta los límites más orientales del antiguo Imperio Persa. En el verano del 327 marchó hacia la Bactriana y la Sogdiana (actuales Afganistán y Turquestán ), atravesando los ríos Oxus y Yaxartes y fundando varias ciudades con su nombre. En el verano del 326 a. J.C. había llegado al río Indo, que cruzó enfrentándose con un rey indígena llamado Poro, en las orillas del Hidaspes, e intentaba llegar hasta el golfo de Bengala, es decir, hasta el valle del Ganges, incitado por Chandragupta, cuando sus soldados, cansados, se negaron a seguirle (otoño del 326).

      Se encaminó entonces por el valle del Indo hacia su desembocadura, donde construyó un puerto en Pattala, cerca de la actual Hyderabad. Había enviado ya una parte del ejército, los más impacientes, a Occidente, al mando del general Crátero. Una flota construida en el citado puerto recibió orden de llegar por mar a la desembocadura del Éufrates, y así lo hizo al mando del almirante cretense Nearco, viaje que abrió nuevas rutas al comercio marítimo. El propio Alejandro, con el resto del ejército, regresó a Mesopotamia por la Gedrosia (actual Beluchistán), en un viaje aciago en el que padeció fatigas, hambre y sed. En Tarua, en la Carmania, se reunieron los ejércitos de Alejandro y Crátero, que hicieron juntos el camino hacia Babilonia, pasando por Susa, donde se enteró de la muerte de su general favorito, Hefestion.

      En 323 se encontraba en Babilonia, donde meditaba nuevas expediciones; una contra Arabia y otra contra la lejana Cartago, en el Norte de África, al tiempo que pensaba en grandes construcciones, como la de convertir Babilonia en un puerto y abrir nuevos canales en los fértiles valles del Tigris y el Éufrates. Pero unas fiebres contraídas en un banquete que ofrecía, como despedida, al almirante de su flota, Nearco, acabaron con su vida el 13 de Junio del 323 a. J.C., cuanto tenía 33 años de edad.

      

Alejandro no solamente fue un genio excepcional de la guerra, como fácilmente puede deducirse del relato de sus prodigiosas campañas. Fue además, y seguramente es lo que de él importa en verdad, un hombre que sacó a las "poleis" griegas del provincianismo en que vivían, pese a la gran cultura que habían elaborado.

      En su vida, y más aún después de su muerte, la gran cultura griega se hará cosmopolita y se llamará helesnística, porque como ya había anticipado Isócrates en el año 380, el concepto de heleno iba a evolucionar desde su primitivo sentido racial a un sentido espiritual (una "dianoia"), es decir, que los helenos serían no sólo los emparentados por la sangre sino también por la cultura. La civilización localista griega se hizo universal gracias a las victoriosas campañas de Alejandro.

En el número siguiente: LA SUCESIÓN DE ALEJANDRO Y LOS REINOS HELENÍSTICOS.




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