Esta fiebre consumista que nos lanza al mercado a comprar todo tipo de artículos
navideños es la que produce su consabido aumento de precio. Póngase el ejemplo del
turrón, mazapanes, determinadas bebidas, pescado fresco, incluso juguetes, que tienen
su mayor demanda en estas fechas, de ahí que los fabricantes aprovechen para subirles
el precio y conseguir así, pingues beneficios. Por ello se recomienda la compra
escalonada o anticipada de estos productos para amortiguar o suavizar los efectos del
consumo masivo que se concentra en dicho periodo.
Esto se refleja en una variable macroeconómica llamada inflación. La mala o buena
marcha del índice de precios al consumo, esta íntimamente relacionada con
determinadas actuaciones de política económica.
Desde el gobernador del Banco de España, pasando por el Fondo monetario
internacional y por otras instituciones, se insiste en la moderación salarial, con el fin de
que el consumo no se dispare, consiguiendo de esta forma la contención de los precios.
Dada la necesidad de controlar la inflación (o impedir su incremento), requisito
fundamental para la inclusión de España en el grupo de cabeza de la unión monetaria,
tenemos que plantearnos la necesidad de adoptar una postura responsable frente al
consumo. No seguir las recomendaciones del estado y realizar todas nuestras compras
navideñas en el mismo mes de Diciembre, no solo contribuirá a destrozar nuestra
economía doméstica sino que perjudicará la economía del conjunto del país.
Es por lo tanto lo más recomendable escalonar el gasto, comprar lentamente antes de
que se acerquen las fechas claves. Esto no impedirá que nuestras comidas sean
opíparas ni suculentas, ni que nuestros regalos sean generosos, solo contribuirá a que
la dura cuesta de enero que nos espera a todos, se presente más suave y llevadera y
podamos remontarla sin demasiados esfuerzos. |