GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

Escalofríos por Mila Oya





       Si una noche tranquila en la que el aire a penas se mueve, nos encontrásemos cerca de un pantano o ciénaga justo después de la puesta del sol, podríamos presenciar el maravilloso espectáculo de los fuegos fatuos. Una tenue luz parecería brotar de las aguas y acceder formando imágenes increíbles que sin duda estimularían nuestra imaginación hasta extremos insospechados.

       Aún hoy, cuando hay personas que cuando oyen hablar de los fuegos fatuos, piensan en, exoterismo, fantasmas, magia. Esto posiblemente sea debido, en primer lugar a la excitante y al tiempo escalofriante experiencia que resulta de su contemplación y por otra parte a causa del sin fin de nombres tenebrosos que se le han asignado a este fenómeno luminoso.

       En muchas partes del mundo es llamado: Candelillas, luces malas, víbora de fuego (la cobra-do-fogo brasileña). El nombre común en todo Brasil es toitatá y equivale a la ronde des lutins francesa o 'luz loca alemana' o farol de los Andes en Argentina y Uruguay.
       Con todos estos apelativos macabros es normal que todavía se piense que este fenómeno es producido por seres de otros mundos. Nada más lejos de la realidad.

       Estas luces mortecinas de color borroso azulado, rojizo, verdoso o amarillento que aparecen flotando en el aire tiene una explicación química que reside en los gases pantanosos combustibles, sobre todo metano, inflamados por el fosfuro de hidrógeno producido por la descomposición de la materia orgánica.
       La explicación es bastante prosaica. Sencillamente está producida por la descomposición. Nada tan poco mágico como esto. Sin embargo no por ello pierda su encanto. Los fuegos fatuos han dado lugar a maravillosas y delirantes leyendas que convierten los deshechos en descomposición en verdadera poesía.

       Una leyenda popular rusa describe los fuegos fatuos como el espíritu de niños que han nacido muertos revoloteando entre el cielo y el infierno, en varios países americanos se habla de las "almas en pena" y el folclore inglés los personifica como diablillos o duendes que atraen a sus víctimas hacia el peligro de los pantanos. De ahí que hayan pasado a significar tanto una luz engañosa como un proyecto utópico o inalcanzable.
       Estas personificaciones son lo bastante antiguas como para que Shakespeare las empleara en Enrique IV, cuando Bardolph, a causa de su nariz, es considerado un fuego fatuo errante o un reguero de pólvora.
       En este caso, sorprendentemente, es el hombre el que embellece y magnifica un hecho natural que en su origen es bastante repugnante. La naturaleza convierte la basura en preciosas ondas de luces de colores y el hombre pone letra a esta preciosa melodía. ¡Hasta la basura puede ser bella!






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