GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

Marte 3003 por Mila Oya




LA ÉPOCA HELENÍSTICA





      

La conquista de las Ciudades-Estado griegas independientes (356-337 a. J. C.), por Filipo II de Macedonia, fue el comienzo de uno de los cambios culturales más importantes de la historia del Mediterráneo. El ámbito de las conquistas que inició Filipo, lo amplió en gran medida su hijo Alejandro. En este tiempo nadie apreció la magnitud de la transformación que se iniciaba con las victorias macedonias. Incluso el erudito Aristóteles, cuya mente estaba colmada por la forma política de la ya moribunda Ciudad-Estado, dejó de percatarse de la significación de los sucesos que acontecían en su tiempo. Sin embargo, éste era el comienzo de un nuevo drama mundial.
       Los dos siglos posteriores a Alejandro suelen designarse con el nombre de Período Helenístico. Fue una época de cambio no sólo en Grecia, sino en todos los países que hemos visto hasta ahora. En esta época Grecia sintió como nunca el impacto del antiguo Oriente, mientras los países del Este pasaban a su vez por un proceso de helenización. A través del forcejeo y fusión de culturas, el genio creador griego halló un ámbito mucho más amplio en donde poder operar. La Ciudad-Estado ya no era el centro de la vida de los griegos. Su horizonte se amplió hasta incluir todo el mundo civilizado. De hecho, la civilización griega tendió a perder su individualidad y fundirse con la de otros pueblos en una especie de síntesis que incluía elementos de todas las culturas, desde la India en Oriente hasta Roma en Occidente.
       Hasta hace poco estaba de moda infravalorar la civilización greco-oriental que surgió después de las conquistas de Alejandro, porque difería en alto grado del Período Clásico precedente. Es cierto que los griegos y orientales del Período Helenístico fracasaron, como sus predecesores, en la resolución de muchos de los problemas políticos y sociales que se les plantearon, pero no por ello hay que menospreciar sus esfuerzos y realizaciones. En algunos aspectos lograron avances considerables y legaron normas muy útiles a épocas posteriores.
       Los historiadores fijan el comienzo del Período Helenístico en el año 323 a. J. C., cuando el poderío macedonio se consolidó en Grecia, pero no están de acuerdo en la fecha de su conclusión, pues el helenismo se yuxtapone a los umbrales del gran período de esplendor de Roma. Durante los próximos artículos examinaremos el mundo greco-oriental desde la conquista de Grecia hasta aproximadamente el año 31 a. J. C., cuando Augusto se hizo cargo de la administración del Imperio Romano. No olviden que en la sección de +Números, pueden encontrar los artículos anteriores.



UNA NUEVA POTENCIA GRIEGA: MACEDONIA

       Macedonia es una comarca montañosa del norte de Grecia, hoy repartida entre Yugoslavia y Bulgaria, atravesada por los ríos Vardar y Struma, que constituyen sus vías naturales de penetración . Los macedonios formaban una población mezclada, con evidente predominio ario, y que los griegos consideraban “bárbara”; pero como los bárbaros la tenían por griega, parece evidente que formaban un país y un pueblo de transición entre bárbaros y griegos.

      

Los habitantes de Macedonia eran rudos montañeses y pastores, que carecían de ciudades-estados como los griegos y que fueron reunidos en forma monárquica por una nobleza, propietaria rural, que gozaba de gran influencia. Una de estas familias nobles, la de los Argéadas, dio impulso este régimen político, estabeciendo la capitalidad en Pella, no lejos de Vardar, y el primer rey importante de la dinastía fue Arquelao (413-399) que, aun llegado al trono después de diversos magnicidios

(había asesinado a su tío, a su primo y a un hermanastro), divulgó la cultura de los griegos clásicos, hasta el extremo de que el idioma griego se convirtió en medio de expresión de las clases refinadas. Incluso Arquelao mandó ir a Pella al gran pintor Zeuxis para que le decorara el palacio real. También acudió a Pella uno de los más finos ingenios griegos, Eurípides, el gran trágico, y allí murió al parecer. Arquelao fue considerado por Platón como un cruel tirano y su mal renombre ha determinado que se le comparara con Pedro el Grande de Rusia; pero lo cierto es que sacó a aquel país de la penumbra histórica en que vivía y lo lanzó, mediante audaces reformas del Ejército y una sólida constitución monocrática, al camino que iba a empreder en tiempos de sus grandes sucesores: Filipo y Alejandro.

En el número siguiente: EL REY FILIPO II





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