 | LA ÉPOCA HELENÍSTICA |  |

La conquista de las Ciudades-Estado griegas independientes (356-337 a. J. C.), por
Filipo II de Macedonia, fue el comienzo de uno de los cambios culturales más
importantes de la historia del Mediterráneo. El ámbito de las conquistas que inició
Filipo, lo amplió en gran medida su hijo Alejandro. En este tiempo nadie apreció la
magnitud de la transformación que se iniciaba con las victorias macedonias. Incluso el
erudito Aristóteles, cuya mente estaba colmada por la forma política de la ya
moribunda Ciudad-Estado, dejó de percatarse de la significación de los sucesos que
acontecían en su tiempo. Sin embargo, éste era el comienzo de un nuevo drama
mundial.
Los dos siglos posteriores a Alejandro suelen designarse con el nombre de Período
Helenístico. Fue una época de cambio no sólo en Grecia, sino en todos los países que
hemos visto hasta ahora. En esta época Grecia sintió como nunca el impacto del
antiguo Oriente, mientras los países del Este pasaban a su vez por un proceso de
helenización. A través del forcejeo y fusión de culturas, el genio creador griego halló un
ámbito mucho más amplio en donde poder operar. La Ciudad-Estado ya no era el
centro de la vida de los griegos. Su horizonte se amplió hasta incluir todo el mundo
civilizado. De hecho, la civilización griega tendió a perder su individualidad y fundirse
con la de otros pueblos en una especie de síntesis que incluía elementos de todas las
culturas, desde la India en Oriente hasta Roma en Occidente.
Hasta hace poco estaba de moda infravalorar la civilización greco-oriental que surgió
después de las conquistas de Alejandro, porque difería en alto grado del Período
Clásico precedente. Es cierto que los griegos y orientales del Período Helenístico
fracasaron, como sus predecesores, en la resolución de muchos de los problemas
políticos y sociales que se les plantearon, pero no por ello hay que menospreciar sus
esfuerzos y realizaciones. En algunos aspectos lograron avances considerables y
legaron normas muy útiles a épocas posteriores.
Los historiadores fijan el comienzo del Período Helenístico en el año 323 a. J. C., cuando
el poderío macedonio se consolidó en Grecia, pero no están de acuerdo en la fecha de
su conclusión, pues el helenismo se yuxtapone a los umbrales del gran período de
esplendor de Roma. Durante los próximos artículos examinaremos el mundo
greco-oriental desde la conquista de Grecia hasta aproximadamente el año 31 a. J. C.,
cuando Augusto se hizo cargo de la administración del Imperio Romano. No olviden
que en la sección de +Números, pueden encontrar los artículos anteriores.
UNA NUEVA POTENCIA GRIEGA: MACEDONIA
Macedonia es una comarca montañosa del norte de Grecia, hoy repartida entre
Yugoslavia y Bulgaria, atravesada por los ríos Vardar y Struma, que constituyen sus
vías naturales de penetración . Los macedonios formaban una población mezclada, con
evidente predominio ario, y que los griegos consideraban bárbara; pero como los
bárbaros la tenían por griega, parece evidente que formaban un país y un pueblo de
transición entre bárbaros y griegos.
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Los habitantes de Macedonia eran rudos montañeses y pastores, que carecían de
ciudades-estados como los griegos y que fueron reunidos en forma monárquica por
una nobleza, propietaria rural, que gozaba de gran influencia. Una de estas familias
nobles, la de los Argéadas, dio impulso este régimen político, estabeciendo la
capitalidad en Pella, no lejos de Vardar, y el primer rey importante de la dinastía fue
Arquelao (413-399) que, aun llegado al trono después de diversos magnicidios | (había
asesinado a su tío, a su primo y a un hermanastro), divulgó la cultura de los griegos
clásicos, hasta el extremo de que el idioma griego se convirtió en medio de expresión
de las clases refinadas. Incluso Arquelao mandó ir a Pella al gran pintor Zeuxis para
que le decorara el palacio real. También acudió a Pella uno de los más finos ingenios
griegos, Eurípides, el gran trágico, y allí murió al parecer. Arquelao fue considerado
por Platón como un cruel tirano y su mal renombre ha determinado que se le
comparara con Pedro el Grande de Rusia; pero lo cierto es que sacó a aquel país de la
penumbra histórica en que vivía y lo lanzó, mediante audaces reformas del Ejército y
una sólida constitución monocrática, al camino que iba a empreder en tiempos de sus
grandes sucesores: Filipo y Alejandro.
En el número siguiente: EL REY FILIPO II
 

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