GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

Qué pasa con Chejov por Mila Oya




LAS MONARQUÍAS ABSOLUTAS


      

Ya se ha visto que la mayor parte de los Estados helenísticos, incluyendo el propio formado por Alejandro, tuvieron como régimen político la monarquía. Este hecho asombra a primera vista porque no existía una tradición próxima de tal sistema en las "poleis" griegas, desde la democracia ateniense hasta la oligarquía espartana, pasando por los distintos tipos de tiranía practicados en numerosas ciudades de la Grecia continental y de las colonias.

       Pero hay que tener en cuenta dos factores: Macedonia, la forjadora de aquella unidad que dio impulso a la obra de Alejandro, fue siempre extensión asiática y africana conquistada también lo era. Y así, salvo el caso de los Antigónidas de Macedonia, que respetaron en mayor o menor medida una cierta autonomía de las "poleis", el sistema de los Lágidas, de los Seléucidas y de los pequeños reinos del Asia Menor se adaptó fácilmente al tradicional que existía con anterioridad a la conquista alejandrina. Una consecuencia inevitable del régimen de monarquía absoluta fue la divinización del soberano, también tradición heredada de las monarquías orientales. Ya el propio Alejandro había gustado de su divinización desde el momento en que los sacerdotes del santuario de Amón en Egipto lo habían designado como hijo de Zeus, asimilado al gran dios egipcio. Los Antigónidas, recibieron culto en diversas ciudades de Grecia, y lo mismo puede decirse de los Seléucidas en su dilatado imperio. Pero esta divinización del soberano no significaba una religión ni un culto a la manera actual, ni los soberanos actuaban como tales dioses. Se trataba más bien de una fórmula política con la que el monarca pretendía tener más sujetos a sus súbditos, de tal manera que la falta de cumplimiento de ciertos ritos debidos al soberano era considerada como una falta grave y castigada como tal. Algo semejante ocurrió en el Imperio Romano cuando los emperadores de aquel formidable organismo político se adaptaron también a estas fórmulas orientales.

En el número siguiente: LAS CIUDADES.




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