GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

Dos damas en la noche por Mila Oya









       La sola mención de este nombre nos trasporta en el tiempo y nos llena de emoción. Quizás sean las novelas de Agatha Christie las que más han contribuido a crear un halo de misterio que envuelve la imagen de este legendario tren. Sin embargo el Orient Express no era ni más, ni menos, que la respuesta al ansia de expansión y éxito del más joven de una acomodada familia de banqueros belgas, Georges Nagelmackers.

      Que al principio de la década de 1870 consiguió convencer a varias compañías ferroviarias europeas para tener a su cargo trenes en los que se pudiera dormir, copiando así el estilo de viajar del que George Pullman fuera pionero en los Estados Unidos.
       Al principio contaba con un socio, pero en diciembre de 1876 formó su propia compañía, conocida como International Wagons-Lits Company. En 1883 Nagelmackers presentó el primer tren de lujo en Europa.

       El tren hacía el recorrido París-Estambul (que por entonces se llamaba Constantinopla), la capital turca. En un principio, los pasajeros se veían obligados a cruzar el Danubio en barco y tomar un transbordador o ferry en Bulgaria, para cruzar el mar Negro y finalizar el viaje, ya que los intereses de la marina mercantil rusa impidieron continuar el viaje por tierra hasta 1888. Desde esa fecha, el Orient Express pudo atravesar Viena, vía Budapest (Hungría), Belgrado y Nis (Serbia), y Sofía (Bulgaria) hasta llegar a su destino. El tiempo de duración del viaje desde París era de unas 67 horas, comparadas con las 81 que duraba cuando fue inaugurado. El servicio fue interrumpido al estallar la I Guerra Mundial en 1914.

      De esta época datan las más emocionantes aventuras que recordamos del cine, las novelas y la televisión. Este mítico tren ha sido uno de los inspiradores de algunos de los relatos más famosos tanto bélicos como de espías.

       El Orient Express volvió a la actividad en 1921 aunque no iba más allá de Budapest, debido a la petición de los gobiernos aliados de un servicio de calidad que hiciera el recorrido desde y hasta los Balcanes, por lo que se creó el Simplon-Orient Express en 1919. Este tren atravesaba el túnel transalpino Simplon, inaugurado en 1906 en su recorrido desde París, vía Suiza, Milán y Venecia en Italia y Trieste (en Austria) hasta Belgrado, en su ruta hacia Estambul.

      En el periodo de entre-guerras, la compañía Wagons-Lits logró hacerse con un convoy de coches cama de lujo que recorrían el norte de Europa, los Balcanes y Oriente Próximo, muchos de los cuales intercambiaban coches en Belgrado. En esta ciudad, después de 1932, al Simplon-Orient Express se le unían vagones en Berlín, Ostende, Amsterdam, Viena o Praga, según el día de la semana, e iría soltando sus propios vagones en Bucarest, y más tarde en Nis (Yugoslavia), rumbo a Atenas. Este tren legendario no es solo símbolo de las novelas de intriga, sino que representa el lujo y el glamour tan de moda en aquellos años.



       Tras la guerra nunca más el ferrocarril alcanzó el auge con el que contaba entonces. Los nuevos tiempos parecen entrar en contradicción con el ferrocarril prefiriendo los cruceros como modo de diversión de lujo. Sin embargo, el magnate y hombre de negocios James Sherwood se ha encargado de recrear el estilo de 1930, ya que en los últimos años de la década de 1970 compró los vagones abandonados antes de la guerra, los mandó restaurar y desde 1982 dirige la compañía privada de trenes de lujo para cruceros por tierra llamada Venice-Simplon-Orient-Express.
       Este magnate intenta recuperar el glamour y aprovecharse del recuerdo del antiguo Orient Express que todavía perdura en nuestra memoria. Le deseamos mucha suerte y esperamos algún día tener la oportunidad de viajar en el para verificar en propia carne si el misterio aún vive sobre railes.






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