Pronto llegarán las lluvias y los fríos y se acabarán los días de playa y los paseos por el
campo. No nos quedará más remedio que, como todos los años, encerrarnos en
nuestras casas, con una manta en el regazo y muy cerca de la estufa. Es entonces el
tiempo de leer, de conectarse a la red para visitar Más cosas, de ver la televisión y de
buscar entretenimientos para las largas tardes de invierno. Yo os propongo uno
diferente, antiguo como el papel, nacido en China en tiempos inmemoriales y
practicado y perfeccionado por los japoneses: el origami (ori: dobla, gami: papel), el
arte de doblar papel.
La papiroflexia, que así se llama en occidente, es considerada como un juego de niños
aunque en realidad sea un arte serio y delicado. Es una práctica de reflexión, paciencia
y humildad que también nosotros podremos llevar a cabo como cualquier japonés. El
origami es para ellos como un haiku, una forma de poesía de 17 sílabas, que intenta
provocar en el lector el mayor número de vibraciones y sensaciones con el mínimo
número de expresiones. Así es la papiroflexia doblando sucesivamente el papel, sin más
instrumento que este y nuestras manos, conseguimos como por arte de magia el objeto
deseado.
No es como esculpir, para lo cual se precisa de unas dotes manuales especiales,
cualquiera puede practicar el origami en una tarde de invierno y disfrutar de la
relajación y la paz que el movimiento constante de nuestros dedos y el rumor de los
roces del papel provocan en nuestro cuerpo.
Animaos a comenzar. Solo necesitareis, una sencilla cuartilla, paciencia y tranquilidad.
¿Estáis preparados? Pues seguid al pie de la letra las indicaciones y ¡Suerte! |