GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

Y seremos felices por Mila Oya




PÉRGAMO Y RODAS


       Entre los pequeños reinos formados por la desintegración del gran imperio seléucida, dos merecen especial mención por la importancia cultural y económica que alcanzaron: Pérgamo y Rodas. Pérgamo era una pequeña ciudad del Asia Menor, colonia griega de eolios, situada frente a la isla de Lesbos, que empezó a sonar en la Historia cuando Lisímaco nombró gobernador de la misma a su tesorero Filetaeros. Eumenes I (263-241 antes de Jesucristo), hermano y sucesor de Filetaeros, aprovechó la mala situación en que las invasiones gálatas pusieron al Imperio Seléucida para engrandecer el territorio, que alcanzó su mayor extensión e importancia bajo el gobierno de otro hermano de los anteriores, Atalo I vino el nombre de Atálidas dado a los reyes de este país, cuya capital, Pérgamo, fue (con Alejandría y Antioquia) el tercero de los centros culturales del helenismo.

      

De su nombre se derivó el de "pergamino" dado a un nuevo material para escribir utilizado cuando los Lágidas se negaron a la exportación del papiro hasta entonces empleado. Eumenes II (197-159) ayudó a los romanos en sus luchas contra el seléucida Antíoco III, lo que le permitió eludir la progresiva conquista de los reinos helenísticos que el imperialismo romano venía efectuando de modo metódico. El brillo del reino de Pérgamo prosiguió en tiempos de su sucesor, Atalo II (159-138 antes de Jesucristo), pero la decadencia comenzó en el reinado de Atalo III (138-133 a. J. C.), hijo natural de Eumenes y hermanastro, por lo tanto, de su antecesor.

Atalo III, que recibió el sobrenombre de Filometor, fue un curioso tipo de tirano, que odiaba a su pueblo y olvidó las atenciones del gobierno para dedicarse a sus aficiones, principalmente a la jardinería, sobre la que escribió un tratado, y a la fundición del bronce. Completó su lamentable reinado haciendo un extraño testamento por el que legaba su reino a los romanos, de quienes había sido amigo, como lo demuestran los regalos que envió a Escipión Emiliano que sitiaba la ciudad española de Numancia, la cual cayó en manos de los romanos el mismo año de la muerte de Atalo III.

       Como es natural, no faltó quien pretendió el trono de Pérgamo, alegando la ilegitimad del extravagante testamento. Aristónico fue el pretendiente, fácilmente vencido por los romanos que, en el año 126 a. J. C., convirtieron lo que había sido uno de los más florecientes reinos helenísticos en una provincia de Roma.

Rodas

      

Otro Estado helenístico, con características propias, fue la isla de Rodas, al sur del mar Egeo, cabeza de un grupo de doce islas principales denominadas hoy Dodecaneso. Los rodios fueron en todo tiempo grandes comerciantes y fundadores de factorías semicoloniales. Cuando se produjo la lucha entre diádocos, los gobernadores de Rodas se mantuvieron prudentemente apartados y defendieron su independencia que sostuvieron casi tres siglos, hasta el año 71 a. J. C. en que Rodas vino a caer bajo el dominio de Roma. Durante este tiempo esta ciudad se convirtió en un emporio de ciencia y arte, donde vivieron hombres ilustres de los que después se hablará. Rodas desempeñaba la función de proveedora de obras artísticas al mundo romano en formación y su capital fue centro de atracción de científicos y artistas durante largos años. Debido a sus actividades comerciales, fue también un poderoso centro bancario que se hizo necesario en el mundo helenístico, hasta el extremo de que cuando en el año 227 un terremoto destruyó la capital, pronto recibió ayuda para restaurarla y continuar su función capitalista.

En el número siguiente: VIDA CULTURAL DEL PERÍODO HELENÍSTICO.




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