GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

La Mesa del rincón por Mila Oya






      La radio es un sistema de comunicación que utiliza las ondas electromagnéticas que se propagan por el espacio. Existen ondas radiofónicas de distinta longitud que se utilizan normalmente para distintos fines. Se suelen identificar por su frecuencia. Se llama frecuencia al número de ciclos por segundo. Las ondas cortas son pues las que poseen una frecuencia más alta y las ondas largas son las que tienen menos ciclos por segundo, o sea una frecuencia más baja.
    Hertzio es el nombre que se le da al ciclo por segundo y proviene de Heinrich Hertz, el pionero alemán de la radio.
    Las ondas de radio van de unos miles de ciclos por segundo a varios millones de ciclos por segundo. Esto dicho de otro modo es de algunos kilohertzios a varios gigahertzios. Estas ondas se desplazan en el vacío a la misma velocidad uniforme que todas las radiaciones electromagnéticas: 300.000 kilómetros por segundo. Se desplazan en línea recta dentro de una atmósfera uniforme y como la Tierra es prácticamente esférica la comunicación radiofónica a larga distancia es posible gracias a la reflexión de las ondas de radio en la ionosfera.
    Las ondas de radio no solo se utilizan en radiodifusión, también en telegrafía inalámbrica, en trasmisión por teléfono, en la televisión, en el radar, en los sistemas de navegación y en la comunicación espacial.
    Los sistemas normales de radiocomunicación constan de dos componentes básicos, el transmisor y el receptor. El primero genera oscilaciones eléctricas con una frecuencia de radio denominada frecuencia portadora. Se puede amplificar la amplitud o la propia frecuencia para variar la onda portadora. Una señal modulada en amplitud se compone de la frecuencia portadora y dos bandas laterales producto de la modulación. La frecuencia modulada (FM) produce más de un par de bandas laterales para cada frecuencia de modulación, gracias a lo cual son posibles las complejas variaciones que se emiten en forma de voz o cualquier otro sonido en la radiodifusión, y en las alteraciones de luz y oscuridad en las emisiones televisivas.
    La radio se ha convertido en nuestros días en el aparato eléctrico más común en los hogares. Es muy extraño encontrar una casa en la que no haya al menos uno de estos artefactos. Las emisoras de FM modulada son las preferidas por los jóvenes y las llamadas de radio fórmula obtienen en los estudios de oyentes hasta millones de adictos. Por esto no es extraño que la radio nos resulte un aparato muy familiar de uso diario, al cual recurrimos en busca de diversión, información o compañía.


       Sin embargo a veces artilugios tan usuales en nuestra vida cotidiana se nos presentan incomprensibles o incluso mágicos. El hecho de que a nuestro alrededor pululen un millar de ondas que no percibimos y que solo gracias a la radio podemos recibir, no deja de ser algo extraordinario a pesar de ser tan común.
    En este artículo vamos a tratar de comprender en realidad lo que es una radio y cual es su funcionamiento. Para ello nada mejor que construirnos nuestro propio receptor. Evidentemente este no podrá competir con nuestra columna de alta fidelidad, ni con nuestra super radio de marca conocida. Así a todo nos ayudará a comprender el proceso que los primeros inventores, como Marconi o Heinrich Hertz, llevaron a cabo.

Necesitaremos:
    -1 cable de cobre de 1 y ½ metros.
    -1 hoja de afeitar.
    -1 trozo de cartulina.
    -1 un imperdible.
    -1 auricular de los que se usan para escuchar la radio.

       Cortamos un rectángulo de cartulina un poco mayor que la hoja de afeitar, de tal forma que se pueda pegar a esta dejando una parte libre de un centímetro en una de sus puntas. Después procederemos a practicar una doblez en ella. En esta se clavará el imperdible dejándolo abierto tocando la cuchilla.
    Por el agujero del imperdible, atamos un trozo de cable, que se sujetará, por ejemplo, a una rama de un árbol. Después en el extremo opuesto de la hoja deberemos atar otro trozo de cable que se conectará a uno de los dos cables del auricular. Sólo resta unir el extremo que queda del auricular a un clavo introducido en la tierra.
    Ya tenemos nuestra radio. Pegando el oído al auricular podremos escuchar la emisora más potente de la zona. La decoración de este estrafalario aparato, corre a cargo de cada inventor. Desde luego su extraordinario aspecto no contribuirá en absoluto a que nadie lo reconozca como una radio. Sin embargo es tan radio como cualquiera de las que compramos en las áreas comerciales.






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