GUIONES DE TEATRO DE MILA OYA

En busca del Tesoro de Rande por Mila Oya







       En la ría de Vigo, situada en Galicia (España), tuvo lugar allá por el 15 de octubre de 1702 una de las batallas navales más asombrosas que recuerda la historia, La Batalla de Rande. En ella se contabilizaron Diecinueve galeones españoles, escoltados por veintitrés barcos de guerra franceses, portaban ciento ocho millones de piezas de plata, oro y otras mercancías preciosas destinadas a costear la Guerra de Sucesión en favor de Felipe V. En contra de Felipe de Anjou que fue coronado como Felipe V se aliaron Inglaterra, Holanda y Alemania. Las fuerzas de esta alianza compuesta por cincuenta naves habían impedido la descarga del valioso cargamento procedente de las Indias en el puerto de Cádiz, único puerto autorizado por la corona para recibir las mercancías procedentes de las colonias y que en este caso servirían para financiar la guerra de Sucesión.
       Los barcos españoles y franceses decidieron buscar refugio en la ría de Vigo para evitar los navíos enemigos. Los barcos españoles anclan cerca de la Isla de San Simón y sus aliados franceses se sitúan en la bahía en semicírculo.
       El general Manuel de Velasco Tejada solicita la colaboración de las fuerzas terrestres. En el fuerte de Corbeira (Domaio) se instalan 38 cañones y dos mil hombres armados. En el castillo de Rande 17 cañones aguardaban la llegada del enemigo. Entre ambas orillas de la ría se construye una empalizada con cadenas, maderas y gruesos cables como medio de rechazar a los antagonistas.
       El escenario estaba dispuesto para la catástrofe. El 21 de octubre la potente escuadra anglo holandesa, dirigida por George Rook y Van Der Goes se acerca a las costas gallegas. 14.000 hombres de infantería son desembarcados para inutilizar las baterías situadas a ambos lados de Rande. La batalla había comenzado. El enemigo gana terreno, consigue debilitar las defensas de españoles y franceses. Es el momento de utilizar los barcos brulotes que son navíos cargados con material inflamable, contra las fuerzas apostadas en rande.
       El ataque fue brutal españoles y franceses se vieron incapaces de rechazar el fuego enemigo. El abordaje no se iba a hacer esperar. El general Velasco y su homónimo francés Renault, deciden hundir sus barcos antes de entregarlos al enemigo. Muchos buques se van a pique pero en los que permanecen en pie la batalla es encarnizada. El abordaje de las fuerzas inglesas y holandesas se lleva a cabo con furia. La ría de Vigo se tiñe de rojo.
       Durante tres días desde tierra se puede observar el espanto de la batalla. Fuego, gritos, sangre. 28 barcos se hunden en la ensenada de San Simón. 2000 muertos en las filas españolas y francesas, unos 800 en las inglesas y holandesas. El espectáculo es dantesco.
       La derrota era un hecho. Aunque el general español había intentado poner a salvo en tierra parte del valiosísimo cargamento de los galeones procedentes de las Indias, la mayor parte del mismo se hundió en las aguas de la bahía de Vigo y allí permanece oculto desde entonces.




       Julio Verne en su novela "Veinte mil leguas de viaje submarino" convierte al capitán Nemo en uno de los primeros buscadores de tesoros. Su legendaria nave el Nautilus había sido financiada con parte del tesoro de Rande. Nemo regresó a lo largo de su novela a la ría de Vigo en busca de más riquezas necesarias para mantener su numerosa tripulación y su sofisticada nave.
       Nemo fue el primero pero tras él buscadores de tesoros famosos en el mundo entero se acercaron a la bahía con intención de rescatar del fondo del mar alguno de los galeones cargados con riquezas inimaginables De los ciento ocho millones de piezas de plata, oro y otras mercancías preciosas que viajaban en los navíos españoles, la flota de piratas anglo-holandeses, tras la feroz batalla, se llevó unos cuarenta millones de piezas. El resto permanece, hoy, en el fondo de la ría viguesa, sin que nadie haya rescatado ningún tesoro de cuantía importante. El fondo del mar parece haber engullido la historia y las riquezas y aunque cuentan los más viejos que las playas acostumbran a teñirse de oro cuando el mar decide devolver parte de lo que descansa en el lecho submarino, no existen testigos fiables de estos acontecimientos.
       Es posible que en el futuro gracias a las nuevas tecnologías la recuperación de las riquezas perdidas pueda ser una realidad. Hasta el momento es solo un sueño mantenido vivo por los buscadores de tesoros que regularmente se acercan por estas costas esperando ser los afortunados que sean capaces de arrebatarle al mar lo que en tan lejanas fechas se depositó en el lecho marino.






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