VULCANO
Divinidad itálica del fuego, elemento concebido como una fuerza devastadora que los
hombres deben propiciarse. En Roma su culto y la fiesta de las Vulcanalia eran tan
antiguos como la propia ciudad. Fue asimilado al Hefesto griego y adoptó su
mitología. Entre los poetas latinos aparece como un artesano cojo, esposo de Venus,
que forja a petición suya las armas para Eneas, hijo de la diosa, representando en su
escudo los principales episodios de la historia romana, desde la fundación de Roma
hasta la batalla de Accio.
Lengua
La palabra volcán se formó en el siglo XVI, a partir del nombre de este dios entre los
conquistadores españoles, para designar las montañas de fuego descubiertas en
América central. De ella procede a su vez el adjetivo volcánico y otros derivados. La
forma original se mantiene sin embargo en palabras como vulcanita, vulcanismo,
vulcanólogo o vulcanología (estos últimos dobletes de volcanólogo y volcanología).
La vulcanización (término de origen inglés formado en el siglo XIX a partir del nombre
del dios) es un procedimiento consistente en incorporar azufre- sustancia relacionada
con Vulcano- al caucho con el fin de mejorar su resistencia y conservar su elasticidad.
Iconografía
Es frecuente que aparezca en un segundo plano, agazapado en las sombras y dispuesto
a lanzar su red sobre Venus y Marte (Boucher, siglo XVIII, Londres). Sin embargo, se
convierte en la figura central cuando se le representa en su forja: La fragua de
Vulcano, lienzos de Tintoreto (siglo XVI, Venecia) y de Velázquez (1630, Madrid,
Museo del Prado); Rubens, Vulcano forja las flechas de Júpiter, siglo XVII, Madrid.
Vulcano comparte a veces con Venus el lugar central: Venus en la fragua de Vulcano,
cuadros de Rubens (siglo XVII, Bruselas), Le Nain (siglo XVII, Reims), Van Dyck
(siglo XVII, Viena), Boucher (siglo XVIII, París, Versalles).


