Un chirrido terrible
de repente se escuchó
El sarcofago se abría
¡Qué espanto! ¡Qué horror!

Una voz cavernosa
del sarcófago brotó
-Qux vil garabato
suelta el collar de inmediato
o te juro mentecato,
que probarás mi maldición

Qux pegó un salto aterrado,
soltó la antorcha asustado
y del saco se libró.
Salió a toda prisa del cuarto
gritando despavorido,
Corriendo hasta el mismo Nilo
y de cabezá en él se arrojó.





Pobre garabato empapado.
Sus líneas se difuminaron,
se le borraron hasta las manos
y casi se ahogó

Salió del agua agotado,
todo su cuerpo encharcado,
su rostro medio borrado
y angustiado el corazón

Qux tumbado en la arena,
en la ribera del Nilo,
observaba compungido
como su cuerpo se arrugaba
Pero al menos se había salvado
y también había aprendido
que robar no está permitido
y que nunca se consigue nada.

Si estaba la fortuna de su lado
volvería a ser el mismo
con un ligero planchado
y un poco de optimismo





Los ojos se le cerraron
La noche estaba cayendo
Se hallaría en casa a salvo
pronto aún sin él quererlo

Un garabato con suerte,
era Qux el garabato
porque aunque fuera imprudente,
a veces algo inconsciente,
con frecuencia sorprendente,
regresaba siempre a su zapato.

Aprendida la lección
podemos dormir tranquilos
que si siempre somos buenos
no nos meteremos en líos.







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Milagros Oya©