Una tarde preciosa
de un día de primavera,
paseaba Qux por el parque
por un camino cualquiera.
El sol calentaba los campos,
las flores adornaban la tierra,
los pájaros cantaban dichosos
antes de que Qux se sorprendiera
-¿Qué es esto que siente mi olfato?
¿Qué es esto que a mi nariz agrede?
¡El parque no huele a campo!
¡Emite una asquerosa peste!
Entonces Qux se fijó
en el parque atentamente.
Alguien muy cerdo ocultó
mucha basura corriente.
-¡Esto no puede quedar así!-
gritó Qux muy valiente.
-¡Con la basura me enfrentaré
hasta la última encontraré,
en este cubo la meteré
y dejaré el parque decente!
Y dicho y hecho Qux
puso manos a la obra
y ninguna basura quedó
libre de esta limpia maniobra.