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Herodes nació al sur de Palestina, de padres árabes. Su padre, Antípatro el Idumeo, fue nombrado procurador de Judea por Julio César en el 47 a.C.; Pompeyo Magno anteriormente había depuesto a la dinastía Asmonea. A pesar de la oposición Asmonea, el Senado romano reconoció a Herodes como rey en el 39 a.C., pero su gobierno real se inició dos años después. Herodes intentó consolidar su posición con los judíos casándose con Mariamna, princesa de la línea Asmonea, a quien posteriormente mandó asesinar. Los primeros años del reinado de Herodes fueron complicados por la hostilidad entre dos sectas judías, saduceos y fariseos, y por la enemistad de los miembros supervivientes de la familia Asmonea, quienes establecieron una alianza con Cleopatra, reina de Egipto. Herodes finalmente prevaleció ante sus oponentes, sobre todo porque Cleopatra y Marco Antonio prevalecieron momentáneamente frente a Cayo Octavio (posteriormente el emperador Augusto). Aunque Herodes había apoyado a Marco Antonio en su lucha contra Octavio, sin embargo, éste confirmó a Herodes como rey en el 31 a.C., convencido de que continuaría gobernando según los dictados de Roma.
Comenzó a reconstruir el Templo de Jerusalén, poniendo gran atención en los escrúpulos religiosos del pueblo. Los últimos años del reinado de Herodes fueron muy amargos a causa de las complicadas intrigas de palacio A su muerte en Jericó, en marzo o abril del 4 a.C., el reino de Herodes se dividió entre sus tres hijos (Herodes Antipas, Arquelao y Herodes Filipo). Aunque judío practicante, y a pesar de sus intentos para conseguir su favor, Herodes era odiado por los judíos, por extranjero y por amigo de los romanos. Según Mateo (2,16) intentó matar al niño Jesús, masacrando a todos los niños varones de Belén, en lo que se conoce como la degollación de los santos inocentes. |